La respiración profunda, pausada, recorre mi cuerpo sin invadirlo, no puede…yo ya estoy llena, o vacía, lo mismo es…
El sol en mis ojos ilumina el paisaje haciendo Madrid más bonito que la noche que despedimos.
Él a mi lado, mirando al frente mudo de palabras, sonríe y yo siento mi ser estremecer. Ya hemos aprendido otro lenguaje, o recuperado de la memoria perdida. Cuando la mente se apaga y los cuerpos hablan puedo sentir lo más profundo: la piel. Pero ahora no necesito hablarle ni tocarle, él está en mí, a partir de ahora forma parte de mis vivencias, habita en los recuerdos de la memoria de la piel, y esta sensación tan certera me acompañará en próximos viajes.
Estoy presente, estoy en el ahora… NO, YO SOY EL AHORA Y LO SOY TODO. Tomo consciencia del ritmo del universo, conecto con mi emoción y lo siento en mí. Yo, tan pequeña, soy el instante tras instante. No percibo la realidad, no es filtrada por mi mente, soy mis sentidos y toda información de fuera y yo somos una. Solo vivo, solo estoy, solo soy…
Soy ser, soy paz, soy vida, soy amor…. Soy sexo, cansancio y orgasmos…y de vuelta soy yo en esa mirada en la que me perdería de nuevo una y otra vez.
…Siento la electricidad recorriendo mi cuerpo en forma de escalofrío, me descubro a mí misma humedeciendo mis labios y emocionándome…esto es lo que me ocurre cada vez que recuerdo el día que descubrí el estado de plenitud tras un orgasmo…
Anita