Willy era el mejor amante que había tenido en toda su vida. Le comía el coño como nadie, metiéndole la lengua en zonas que ningún otro había llegado, la follaba incansablemente haciéndola sentir una verdadera puta, la sodomizaba sin mediar palabra y ella, recibía esa gran polla sin rechistar, le ponía tan cachonda aquella situación de sumisión… Willy era el amante perfecto y lo mejor de todo es que solo estaba a un silbido de ella.
Haber domesticado tan bien a aquel perro por fin le daba placenteros frutos.