TODOS SOMOS CÍCLICOS, así, con mayúsculas. Todos tenemos fases hormonales, más o menos marcadas, que hacen que nos sintamos más cansados, más eufóricos, más sociales o con más ganas de matar gente. Y estoy utilizando el masculino inclusivo a posta, a pesar de no tener evidencias físicas exteriores, también los hombres son tan “inestables” como las mujeres en este sentido. Aunque los ciclos masculinos son algo más largos (no demasiado), son igual de marcados y con similares consecuencias (excepto el sangrado menstrual).
Pero, ¿cuántos de nosotros somos capaces de reconocer estas fases? ¿sabes cuánto dura tu ciclo? ¿sabes qué sucede en tu cuerpo y tu ánimo en cada una de las fases? Para la mayoría de la gente la respuesta a estas preguntas es NO, y como yo era una de ellas, decidí solucionarlo (gracias personilla por tan maravilloso regalo).
Llevo un mes rellenando un maravilloso ciclograma diseñado por Lola Vendetta en el que a diario he apuntado:
- La fecha
- El porcentaje de luna visible
- Mi estado de ánimo con un emoticono
- Cómo era mi menstruación o mi flujo
- Cómo me sentía ese día
Antes si quiera de analizar los resultados ya tengo conclusiones que sacar.
La primera es que tener que completarlo a diario me ha dado la oportunidad de pararme a reflexionar sobre mí misma al menos un par de minutos al día. Parece algo nimio, pero ha resultado ser determinante. Antes de embarcarme en este apasionante viaje, ni si quiera sacaba esos dos minutos diarios para dedicármelos a mí, a reflexionar sobre cómo me sentía ese día, y, sobre todo, sin buscarle un porqué. En el ciclograma no apuntas: estoy enfadada con mi jefe por haberme cargado de trabajo, apuntas: estoy cabreada e impotente.
La siguiente conclusión es consecuencia directa de la anterior, he dejado de buscar excusas para cómo me sentía. Simplemente hay días en los que no me apetece aguantar a nadie, otros en los que la gente me parece un regalo divino y otros en los que me molesta hasta respirar. No digo que lo que acontezca cada día no tenga influencia en tus estados anímicos, pero es cierto, que en algunas ocasiones, son un a priori que condiciona en menor o mayor grado cómo te enfrentas a lo que suceda. Ante un mismo hecho, reacciono de forma muy diferente a consecuencia de mi estado cíclico.
De todo lo anterior, no me queda otra que aceptar que conocer estos ciclos me ayuda, y mucho, a ser consciente de mis propios cambios. Jamás había observado con tanta atención mi flujo, por lo que no me había dado cuenta de los cambios de textura, color y fluidez que experimenta. Tampoco era consciente de lo que mi cuerpo me estaba solicitando: estar sola, llorar con una amiga, caminar, hibernar un par de días… siempre he seguido con mi vida y mis “obligaciones” pero nunca priorizando lo que yo misma me reclamaba.
Por todas estas buenísimas razones, os animo a que TODOS y TODAS, empecéis el vuestro propio. Porque es un ejercicio de conocimiento personal BRUTAL y, porque si alguien se anima a compartirlo, puede ser muy interesante ver en lo que coincidimos y divergimos cada uno. Dicho esto, aquí van las conclusiones de lo que he escrito este último mes:
Se distinguen más claramente de lo que yo esperaba 4 fases muy diferenciadas:
- Semana menstruando: me siento equilibrada y conectada conmigo misma. Esto quizá tiene que ver con el hecho de que me hayo en pleno proceso de reconciliación con mi regla, que os contaré en otro artículo.
- Siguiente semana: es un momento de altibajos, a ratos estoy sensible y muy cansada, aunque tengo momentos de euforia. Son unos días en los que no me encuentro a mí misma.
- Tercera semana: se alarga un poco más de los 7 días, incluso cuando ovulo me siento feliz y tranquila. Me apetece estar con gente y disfrutar de ellos.
- Última semana: estoy triste, me siento mal y no me apetece estar con gente. Evidentemente relacionado con el síndrome premenstrual, no me encuentro bien ni física ni emocionalmente, por lo que no me apetece ver a nadie, si no estar sola y tranquila.
Existe un paso más en esta reflexión: hacerla la comparación de varios meses. Analizar si en otros ciclos coinciden estados de ánimo, físicos y del flujo en los días. Medir lo que se prolongan en el tiempo y si siempre es igual. Comprobar si el momento lunar implica siempre los mismos estados. Y en general, tener una perspectiva temporal de varios ciclos para conocerlos realmente, descartando puntualidades y excepcionalidades.
Me gustaría acabar como empecé: SOMOS CÍCLICOS y es importante y precioso conocernos de esta manera.