Dar masajes en la polla es una de las cosas que mejor se me da en este mundo, aunque he tenido muchas menos oportunidades de practicar dicho arte de lo que me hubiera gustado. La mayoría de nosotros entendemos el contacto genital como algo necesariamente sexual y excitante, pero precisamente por ser zonas tan erógenas, son ideales para otro tipo de placeres más relajantes y sosegados, y es algo a tener en cuenta en un encuentro íntimo, aunque a muchos les suene raro y les cueste ubicarlo en sus rígidos esquemas corporales y sexuales.
Para mí es un momento muy especial, de conexión, de transmitir una cierta energía y de ver disfrutar a la otra persona, aunque no sea un contacto con pretensión de orgasmo. Quienes lo han recibido me han contado que es una sensación muy distinta y que, puesto que no es algo que se suela experimentar, a veces, hay que hacer un cierto “esfuerzo” mental por disfrutarlo del todo. Estamos acostumbrados a que cada vez que sentimos algo en la zona genital es para activar el proceso mental del sexo y es importante también aprender a disfrutar de las caricias y manoseos en esta zona como algo relajante y placentero en otro sentido.
Puede y suele suceder, que en algún momento del masaje se produzcan erecciones involuntarias, por el reflejo del que hablamos, pero normalmente son pasajeras, y los penes vuelven a su estado relajado al poco tiempo; aunque la verdad es que si esto no sucede tampoco pasa nada, el masaje puede seguir de una manera tranquila sin ninguna otra intención con el miembro erecto, y continuar disfrutando los dos de este contacto tan agradable.
Para facilitar que se disfrute del masaje y cumpla su función de sosiego y tranquilidad, es recomendable practicarlo después del orgasmo, cuando toda la tensión ya ha decaído, lo que, además, es un momento en el que cuerpo está estimulado y receptivo. También es importante dejar un tiempo prudencial después del clímax para que no sea desagradable tanto contacto, puesto que a muchos nos ocurre, que, después del orgasmo, necesitamos un momento de no-contacto porque los genitales están tan llenos de sangre y electricidad aún, tan sensibilizados, que hasta la caricia más leve puede ser desagradable.
Quizá os estéis preguntando en qué consiste esta técnica del masaje genital, porque en los esquemas aprendidos las pollas solo se tocan para sexualizarlas, pero se puede estimular como cualquier otra parte del cuerpo, con caricias en toda su longitud, presión (suave y al gusto del consumidor) con los dedos en el glande y su alrededor, en la base (es muy placentero ahondar hacia la parte interna), suaves toques en sus alrededores, cogiendo los huevos y “jugando” con ellas cual pelotas antiestrés… las posibilidades son muchas y van surgiendo ideas también observando las reacciones y los que nos cuente el receptor del masaje.
Para terminar, quiero lamentarme por no haber experimentado esta deliciosa sensación en mis propias carnes (=coño). Por lo que he observado cuando lo hacía, debe ser una sensación muy placentera y me da pena no haberla experimentado a manos de otro; aunque yo me haya acariciado y automasajeado muchas veces, nunca es lo mismo. Que todos podamos decir pronto que hemos recibido un satisfactorio masaje genital y hemos disfrutado haciéndolo.
Me encantaría probarlo 🙂