Miraba cómo sus dedos se movían sobre el papel, casi como si no fueran suyos. Observaba la manera en la que trazaban círculos y rectas que daban forma a palabras que pasaban de su subconsciente a la tinta para su sorpresa.
Cuando aquella cadencia se detenía leía las últimas líneas que se habían formado frente a sus ojos y sus manos volvían a ponerse en marcha con aquel automatismo que tanto disfrutaba.
Siempre pensaba que las oraciones que brotaban de ella acabarían convirtiéndose en algún tipo de historia con sentido que pudiera mostrar al mundo, sin embargo, lo único que hemos podido construir con cierta lógica son estas líneas que os muestro acerca de ella, y que no aportan nada más que que sepáis que en algún sitio de esta ciudad hay una chica desnuda dejando que las palabras la inunden de tal forma que se considera un mero trámite corpóreo, y es por eso por lo que prefiere desnudarse, para suponer el menor obstáculo posible.
Lo que no sabéis, es que mis mejores orgasmos siempre me invaden cuando la veo así de libre.