Me parece tremendamente curioso ver como establecen los lazos de amistad y proximidad los hombres en sus relaciones íntimas, que no sexuales. Quizá porque me han educado y socializado como una persona del género femenino, pero me hipnotiza ver las relaciones entre las personas masculinas. Me paso el día preguntando y preguntándome.
Una de las cosas que más fuertemente llama mi atención son las bromas homosexuales que los hombres heterosexuales se hacen entre ellos cuando quieren dar a entender que tienen una relación de cariño y amistad. Todos sabéis a lo que me estoy refiriendo, a esas bromas de sodomía y besos en el cuello, a los comentarios fingiendo atracción u ofrecimiento sexual de una manera muy abierta.
Curiosamente este tipo de bromas y halagos suele darse entre hombres con una posición heterosexual especialmente marcada. En cuanto aparece alguna pequeña duda de “desviación” homosexual, el ambiente se torna hostil para este tipo de acercamiento.
Paradójicamente, parece que los fingidos acercamientos homosexuales se han convertido en una forma de reafirmarse como hombres heterosexuales. ¿Quién no ha oído la manida frase de: estoy tan seguro de mi sexualidad que puedo hacer estas cosas sin miedo? Es como si los hombres nos dieran el mensaje de que solo los más heterosexuales pueden coquetear con la homosexualidad sin crear dudas, ni para ellos ni para los demás.
Creo que una explicación a todo este jaleo de identidades y orientaciones sexuales entremezcladas tiene que ver con la forma de crear vínculos que les hemos dejado a los hombres. En nuestra sociedad, los sentimientos, el cariño, los lazos afectivos… son un terreno dominado y dedicado casi con exclusividad a las mujeres.
Es parte de la división de sexos que el mundo ha creado para nosotros. Y los hombres tienen que resolver una difícil ecuación: acercarse a otros hombres con cariño sin las herramientas ni las soluciones encima de la mesa. Y su respuesta ha sido tirar por la calle de en medio, como se suele decir. A falta de herramientas propiamente masculinas, han decidido acercarse al mundo femenino para tratar un tema femenino.
Tristemente, aún se asocia la atracción sexual de un hombre por otro con rasgos femeninos. Los gays siguen estando en el imaginario colectivo a medio camino entre los dos géneros, no se les considera típicamente hombres, y es por ello que se utiliza este espacio ambiguo para moverse dentro de las relaciones afectivas entre hombres heterosexuales.
En el inconsciente de muchos hombres está la idea de que ser gay es lo más cerca que pueden estar del mundo sentimental típicamente femenino, y, por lo tanto, representan el papel homosexual para conseguir funcionar en un mundo en el que no se les han definido instrumentos. Ser hombre también es complicado.
Cuando una mujer quiere mostrarle cariño o afecto a otra no tiene más que decirlo o establecer algún tipo de contacto físico que se lo haga saber a la otra persona, pero cuando un hombre quiere mostrarle los mismos sentimientos a otro, se ve en una encrucijada que acaba resolviendo en muchos casos optando por la opción de la máscara homosexual. No olvidemos que, en el mundo gay, al contrario que en el heterosexual, el contacto físico entre hombres está más que permitido.
Con todo esto, creo que nos queda mucho camino por recorrer, como en casi todos los aspectos de género y sexo de nuestra sociedad, y que somos responsables de proporcionarles a los hombres esas herramientas de acercamiento entre ellos que tanto están necesitando. Dejemos de utilizar la excusa homosexual y construyamos puentes cómodos que nos satisfagan a todos.
Imagen: Brokeback mountain