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Con todo perdido
TenÃa uno de esos dÃas tontos en los que se sentÃa fea, sola y desdichada. No querÃa hablar con nadie, sólo meterse debajo de una manta y llorar, no valÃa para nada. Entonces se le vino a la mente aquella conversación sobre masturbación que habÃa tenido unos dÃas atrás con su amiga Lora, y con todo perdido, decidió darse una oportunidad. Aquella fue la primera vez que se tocó, la primera vez que tuvo un orgasmo, la primera vez que sonrió extasiada en años, la primera vez que invirtió su energÃa en hacerse bien y el dÃa que descubrió el poder que tenÃa sobre ella misma.