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Microrrelatos II
Letras de oriente adornaban aquella maravillosa caja.
Se la habÃa encontrado en el buzón al llegar a casa a nombre de una persona que no era ella, pero habÃan llamado tanto su curiosidad aquellas letras, que habÃa decidido pasar por alto el detalle del destinatario.
Su intuición sexual no fallaba, si el envoltorio era sexy, el contenido lo era aún más: una maravillosa réplica de la enorme polla de un tal Mohammed Nâsser que la hacÃan mojar sus sábanas todas las noches.
Se venden…
tetas de niña de 16 años,
una boca concebida para el placer,
un culo bien redondo y terso que desea ser penetrado a cualquier hora del dÃa.
De regalo, se incluye coño depilado y húmedo en el que descargar todo el semen que seas capaz de regalarme.
Se vende el pack completo a excepción del corazón y los pensamientos sinceros.
¿Dónde estaba el amor?
Se le habÃa perdido entre palabras lascivas, cachetes y embestidas.
Era incapaz de encontrarlo, se le escapaba cada vez que un orgasmo salvaje le cegaba la vista y le hacÃa temblar.
Recordaba haber empezado aquel encuentro con él, pero el sabor amargo de las corridas habÃa borrado de su boca el de los dulces besos.
Solo cuando cayeron desfallecidos uno al lado del otro recordó dónde lo habÃa dejado, estaba en sus manos en forma de caricias reparadoras.
Esa comida se le estaba atragantando.
Trataba de comer trozos pequeños y masticar muy bien, aun asà el nudo de su garganta le hacÃa realmente difÃcil tragar cada bocado. Pero tenÃa que disimular su incomodidad, porque no sabrÃa cómo explicarle a su mejor amiga que no podÃa tragar porque acababa de estar practicando una salvaje garganta profunda con su marido.
Lo que ella no sabÃa es que su mejor amiga lo habÃa visto todo mientras se masturbaba en la habitación contigua asomada al pequeño agujero que su marido y ella habÃan hecho hacÃa unas horas.