Etiqueta: microrrelatos

  • Amor infinito

    Amor infinito

    Con los ojos brillantes llenos de amor se acercó a ella, le dió un beso en los labios y le dijo al oído «Feliz aniversario preciosa«.

    No podía creer que ya hubieran pasado dos años. Dos años de precioso noviazgo, dos años de sexo desenfrenado, dos años de puro amor, dos años de confidencias. Dos años desde que la vió en aquel tanatorio y se enamoró locamente de ella. Dos largos años y su relación seguía intacta, como el primer día. Casi igual que el cuerpo de ella, que después de varios procesos de embalsamamiento se conservaba asombrosamente bien.

    Juanma Vázquez

  • Microrrelatos III

    Microrrelatos III

    Miraba la copa de vino mientras él le contaba un montón de cosas aburridas sobre su trabajo.
    Cuando cambió de tema para hablarle de sus hermanos ella seguía mirándola, incluso cuando empezó a escuchar indirectas sexuales el centro de atención era aquella copa. Era cierto que su acompañante no era especialmente ducho en el arte conversatorio, pero no conocía a nadie que fuera capaz de llenar aquella copa de una sola corrida.


    Serán solo 100 palabras, pero es lo único en lo que ahora mismo es capaz de pensar.

    Esos “ponte aqu픓sigue, sigue”“eres una diosa”, etc. Son solo una centena de palabras, pero son las utilizadas en el mejor encuentro sexual que ha tenido nunca.

    Le siguen dando vueltas en la cabeza, incluso se atreve a realizar cálculos matemáticos con ellas: 100 palabras dividido entre las 3 personas de aquella noche… 33 palabras por persona, más el “amén” final del cura conforman la redonda cifra.


    Le encantaba aquella lista de Spotify, llevaba meses diseñándola con sumo cuidado, eligiendo las canciones a conciencia, pero por fin estaba terminada. Había conseguido crear un grupo de canciones en las que la cadencia de cada una la llevaban a un recuerdo distinto. Aquellas embestidas con fuerza de Miguel, las dulces lamidas de Jesús, la respiración entrecortada de Jorge… no podía creer que hubiera encontrado el ritmo justo de cada uno de ellos.


    Llevaba tanto tiempo masturbándose sola que casi le molestaba que alguien la mirara mientras lo hacía, sobre todo con esa mirada tan lasciva, sobre todo con un cristal de por medio, sobre todo que lo hiciera mientras penetraba de aquella manera a su mujer. Menos mal que sus vecinos solo follaban los sábados.


    Tanto se demoró eligiendo encaje para celebrar su quinto aniversario con su marido que acabó follándose a la dependienta.


    Ese día el sabor de su flujo era diferente, estaba acostumbrada al sabor metálico en sus dedos después de cada uno de sus orgasmos, pero aquel día había una pequeña nota afrutada al final del paladar. Definitivamente aquel curso de cata de vinos le estaba cambiando la vida, estaba refinando sus papilas gustativas a golpe de mamadas al profesor después de las clases.


    Mientras él se le subía encima con intención de penetrarla, ella solo podía pensar en la frase que más veces le había dicho en su vida: «no me acostaría contigo ni aunque fueras el último hombre sobre la faz de la tierra». Maldito ataque alienígena… Una vez más se veía obligada a traicionarse a sí misma. (Juanma Vázquez)

    Azalí Macías

  • Microrrelatos II

    Microrrelatos II

    Letras de oriente adornaban aquella maravillosa caja.

    Se la había encontrado en el buzón al llegar a casa a nombre de una persona que no era ella, pero habían llamado tanto su curiosidad aquellas letras, que había decidido pasar por alto el detalle del destinatario.

    Su intuición sexual no fallaba, si el envoltorio era sexy, el contenido lo era aún más: una maravillosa réplica de la enorme polla de un tal Mohammed Nâsser que la hacían mojar sus sábanas todas las noches.


     

    Se venden…

    tetas de niña de 16 años,

    una boca concebida para el placer,

    un culo bien redondo y terso que desea ser penetrado a cualquier hora del día.

    De regalo, se incluye coño depilado y húmedo en el que descargar todo el semen que seas capaz de regalarme.

    Se vende el pack completo a excepción del corazón y los pensamientos sinceros.


    ¿Dónde estaba el amor?

    Se le había perdido entre palabras lascivas, cachetes y embestidas.

    Era incapaz de encontrarlo, se le escapaba cada vez que un orgasmo salvaje le cegaba la vista y le hacía temblar.

    Recordaba haber empezado aquel encuentro con él, pero el sabor amargo de las corridas había borrado de su boca el de los dulces besos.

    Solo cuando cayeron desfallecidos uno al lado del otro recordó dónde lo había dejado, estaba en sus manos en forma de caricias reparadoras.


    Esa comida se le estaba atragantando.

    Trataba de comer trozos pequeños y masticar muy bien, aun así el nudo de su garganta le hacía realmente difícil tragar cada bocado. Pero tenía que disimular su incomodidad, porque no sabría cómo explicarle a su mejor amiga que no podía tragar porque acababa de estar practicando una salvaje garganta profunda con su marido.

    Lo que ella no sabía es que su mejor amiga lo había visto todo mientras se masturbaba en la habitación contigua asomada al pequeño agujero que su marido y ella habían hecho hacía unas horas.

     

    Azalí Macías

  • Relatos Anónimos

    Relatos Anónimos

    Aquí nace un nuevo artículo en cual podéis volcar vuestras fantasías, recuerdos, historias o cualquier guarradita que se os ocurra en forma de relato.
    Esperamos el tuyo en: sexoyloquesurjablog@gmail.com

    Y allí estaba ella una vez más, en la misma habitación de siempre, en el mismo hotel de siempre, esperando a que llegase Miguel. Ese amor secreto que le quitaba y le daba vida a partes iguales. Esa doble vida que le hacía sentirse sexualmente plena.

    Mientras esperaba su llegada, Ana comenzó a imaginarse cómo sería su encuentro esa vez.  Como le abriría la puerta para que él la cogería entre sus brazos levantándola del suelo, empotrándola contra la pared sintiendo su polla dura contra su vientre… Como le arrancaría la ropa y le pellizcaría sus pezones sintiendo un placentero dolor a la vez que la penetraba de forma fuerte y dura, cuando de repente un ruido la sacó de su ensimismamiento… Más excitada y mojada que nunca fue a abrir la puerta y aunque no era quien esperaba dejó de tocar el suelo.

    Wonderwoman

  • Microrrelatos

    Microrrelatos

    Estoy en Jamaica en una playa paradisiaca, el sol acaricia mis pezones haciendo que se erecten y luzcan tan poderosos y evidentes como me gustan, y no debo ser la única que lo nota, un joven rastafari se acerca hasta mí sin quitarles ojo. Sin mediar palabra, se arrodilla junto a la tumbona y empieza a recorrer mi blanca piel con sus enormes manos negras; en mi cabeza suena ébano y marfil al creciente ritmo de los latidos de mi corazón. Después de los besos acelerados, de bajar mi tanga con tanta pasión que se deshilacha y de comprobar que sus músculos son tan duros como parecen a la vista, por fin llega el ansiado momento en el que me penetra después de mucho suplicárselo y ¡PUM! ahí es donde mi fantasía no puede continuar, tengo que aceptar que es la conocida y ridícula polla de mi novio la que se adentra en mí sobre el mismo colchón de siempre.


    Sabía que tenía que decirle a su amiga que no estaba bien que se acostara con otra persona teniendo novio, que al final Luca se acabaría enterando y le iba a hacer sentir fatal, y que si no le quería le dejara e intentara tener algo con su amante; pero, si le decía todo eso, se arriesgaba a perder los mejores orgasmos de su vida, esos que él le provocaba por debajo de la mesa cuando cenaba con Luca y con ella.


    Amarrada a aquella cama repasaba los hechos que la habían llevado hasta allí:

    Una noche de chicas, dos miradas que se cruzan en un bar, tres copas y cuatro besos después estaban en su casa.

    Tras cinco polvos que le ocasionaron seis orgasmos inolvidables, eran las siete de la mañana. A las ocho llegaba la chica que limpiaba en casa los fines de semana.

    Por los nueve euros a los que le pagaba la hora iba a ser complicado que hiciera de aquella experiencia un día diez y se pusiera a comerle el coño como tantas veces había soñado


    Le doy al play con los dedos aun empapados de mis orgasmos, repaso de nuevo aquella escena que me han dejado en el buzón en la que yo soy la protagonista, y vuelvo a excitarme.

    ¿Cómo puede ser si casi siento los temblores de la última corrida?

    Nunca pensé que alguien fuera capaz de captar toda esa sexualidad en mí, sobre todo cuando estoy limpiando la casa. Pero esos planos por debajo de mi falda, esos zoom a los pezones y la boca y el giro final de la cámara hacia la polla erecta del director son simplemente irresistibles.

    Miro la ventana preguntándome desde dónde demonios han podido grabarme.

     

    Azalí Macías