Categoría: Experiencias

  • No corrida, Si party

    No corrida, Si party

    Amig@s guarreras, hoy os quiero hablar de algo que posiblemente a muchos de vosotros os vuele la cabeza en mil pedazos: tener sexo sin orgasmo.
    Bajen ustedes las manos de la cabeza, ajústense las gafas y pónganse a leer atentamente, que este tema viene cargadito.
    Después de leer el gran artículo que se ha marcado mi fiel amiga y compañera Aza en el que habla sobre los guiones preestablecidos que hay en el sexo (artículo el cual suscribo al 100%) se me ha venido a la cabeza este tema: El follar sin llegar al orgasmo.
    Y es que me pregunto, ¿Es necesario el orgasmo para disfrutar de una buena sesión se sexo?. Pues bien, según mis múltiples experiencias la respuesta es un NO como un castillo de grande.
    Es cierto que normalmente una cosa lleva a la otra y al final enfocamos los polvos al gran objetivo final qué es correrse. Pero experimentando, dejándome llevar, viviendo el sexo sin prejuicios y fluyendo me he dado cuenta de que en muchas ocasiones yo no llego al orgasmo y disfruto igual o más que si me hubiera corrido. También por supuesto me ha pasado a la contra y la que no se ha corrido ha sido mi compañera de batallas por haberse centrado más en mí y también han sido grandes sesiones de sexo muy placenteras. E incluso a veces no nos hemos corrido ninguno y hemos pasado un rato de excitación, morbo, jugueteo y demás la mar de divertido y gustoso.
    Haciendo caso a Aza y dejando de lado los guiones preestablecidos del sexo se pueden tener grandes relaciones sexuales que no siguen ningún canon y esto de que correrse importe poco es una variante super placentera.
    Cuando consigues olvidarte del orgasmo y no tener objetivo ninguno más que disfrutar y hacer disfrutar, el sexo se vuelve algo morbosisimo y muy placentero. En multitud de ocasiones me he dedicado plenamente a excitar a mis amantes con masajes, apretones, tocamientos, lametones, besos, caricias….y un sin fin de cosas morbosas y estimulantes. Y siempre lo he hecho olvidándome de si yo me iba a correr después o no e incluso obviando si ella se correría 0,1,2 o 100 veces. Solo me dejo llevar, innovo, me muevo, estimulo, ofrezco, hago y me dejo hacer y sobre todo, FLUYO.
    Creo que fluir es la palabra clave en todo esto. Cuando aprendes a dejarte llevar y dejar que el sexo fluya y te vaya llevando a donde él quiera es cuando disfrutas plenamente de cada cosa que haces, importando poco si estás sintiendo placer físico, ya que el físico al final, es un placer más en esto del sexo y el psicológico, al menos para mi, lo supera con diferencia. De hecho, cuando te sumerges en el placer psicológico de estar haciendo lo que quieres y estar pasándolo muy bien, tu cuerpo reacciona por si solo, sin necesidad de meter tu polla en ningún sitio ni de que te metan nada en el coño y disfrutas como un gorrino.
    He tenido grandes sesiones de masturbación, comida de coño, masajes, juegos, etc, en los cuales yo no me he corrido y al terminar estaba más agusto y más feliz que habiéndolo hecho.
    Os animo desde aquí no cerréis vuestros polvos en la corrida, porque el orgasmo ni tiene porqué ser el objetivo primordial ni tampoco tiene porque ser el final de un polvo. Solo es una cosa más dentro de este precioso mundo que es el sexo.
    Dadle una vueltecita a esto, animaros a dejar de lado el correrse y follar con alegría y con devoción. ¿Que te apetece correrte en el minuto 3 de haber empezado a follar? Hazlo, hazlo con gusto y disfruta el momento. ¿Que no quieres correrte porque estás agusto haciendo lo que haces y tú pareja se las está gozando también? Mantente ahi, dalo todo y disfruta cada segundo.

    Imagen: http://www.alminerech.com/artists/146-john-giorno

    Juanma Vázquez

     

  • Dame culo

    Dame culo

    Amig@s guarreras, hoy os vengo a hablar de un tema que día a día veo que tiene muy mala prensa y que quiero defender a ultranza. Me estoy refiriendo como no podía ser de otra manera al famoso beso negro.

    Llegados a este punto, muchos de vosotros ya estaréis escandalizados y vuestro monóculo habrá salido disparado hacia vuestra copa de champán, porque a la gente fina, estas cosas, al menos sobre el papel, parece ser que os escandalizan mucho (luego en privado seguro que os coméis los ojetes de 4 en 4). Pues bien amig@s, ajustaros bien el monóculo porque de una forma sincera y directa os voy a dar mi opinión sobre esta práctica tan maravillosa.

    Para empezar, debemos saber que el ojete, ano, ojal, ohaio o como queramos llamarlo, es una zona sensible a las estimulaciones y que debido a esto, puede dar mucho placer. Todos conocemos las teorías sobre el punto G masculino, la penetración anal que aprieta la vagina, etc. Pero yo no quiero hablar de nada de esto, yo quiero hacer una oda a comer ojetes, con la lengua, la boca y la cara entera si hace falta.

    Comer culos en un arte maravilloso y que además de dar placer físico da muchísimo morbo.

    Agarrar bien un pandero, abrirlo y meter la lengua en el ano es una cosa de por sí super guarra y precisamente por eso, da morbazo.

    Muchas chicas a las que les he comido el culo me lo han comentado, que es una cosa super placentera y a la vez excitante porque te están comiendo algo que apriori «no se come» y esto hace que el placer sea doble. Os animo desde aquí a qué os abráis y no tengáis miedo a dejaros hacer y a experimentar. Con higiene, toda zona del cuerpo humano es comible, chupable y agradable y un ojete limpio no es una excepción. Dejarse ya de prejuicios tontos y bajaros al pilón trasero, dejaros caer por allí y disfrutar. Y con esto os animo a tías y a tíos tanto a hacerlo como a recibirlo, ¡que ya está bien joder! Nadie me ha comido el ojete en mis 27 años y empieza a ser preocupante. Os digo lo de siempre, comunicaros con vuestra pareja, hablarlo y ver si os gusta la idea o que. Porque muchas veces solo por ser una cosa un poco más inusual y que puede estar hasta mal vista por algunos remilgados, dejamos de hacerlo y ni siquiera sacamos el tema a la palestra y nos podemos estar perdiendo una situación de placer y morbo espectacular.

    Lo dicho amig@s abrir mente, boca y culete y disfrutar de la estimulación de vuestro amigo el ano que os va a sorprender para bien.

    Juanma Vázquez

    Imagen: https://lasillarota.com/yosoitu/salud/todo-lo-que-debes-saber-sobre-el-beso-negro/171598

  • Húmedos sonidos

    Húmedos sonidos

    Soy una fetichista de los sonidos, los susurros, el sonido de los besos, los gemidos, las respiraciones entrecortadas… ufff sólo de pensarlo me pongo mala y muy mojada. No sé si tiene un nombre o si hay alguna asociación, pero me declaro presidenta.

    Desde que tengo uso de razón erótica, el tema auditivo ha sido determinante para mí. El porno puede ser lo más excitante del mundo, pero si no puedo escucharlo pierde la gracia. Me he masturbado una cantidad enorme de veces escuchando a mis vecinos o parejas cercanas follar, incluso cuando la pareja en sí no me ponía nada o no me gustaba su relación, pero la melodía que forman dos cuerpos en comunicación sexual es superior a mí. Una de mis fantasías más repetidas para acariciarme y llevarme al orgasmo es imaginar que alguien me mira tocarme y me habla, las palabras que imagino en cada momento me han llevado a los orgasmos más intensos.

    Me pasa incluso conmigo misma, mis propios gemidos, susurros, gritos y onomatopeyas me excitan. En algunas ocasiones incluso lo utilizo para levantar un polvo que va mal. Escuchar mis sonidos, aun cuando son fingidos, tiene un poder electrizante en mí misma, y cuando me escucho la tensión sexual aumenta de manera automática. Por no hablar del sonido de mi abundante flujo vaginal, pocas cosas en el mundo son tan excitantes como ese chof chof que suena cuando escuchas con atención tu coño. Es impresionantemente excitante notar como su ardor se multiplica al escuchar ese sonido, que además es cada vez más evidente y claro por haber sido consciente de él. Soy una adicta a escuchar lo mojada que estoy.

    Pero no soy tan ególatra, lo que más me pone son los sonidos ajenos. Cuando aún vivía con mis padres se mudó una pareja de jóvenes ardientes al piso de arriba, y tenían su dormitorio justo encima del mío, por lo que me masturbaba en cada una de las muchas ocasiones que ellos follaban como celebración de su amor. Llegué incluso a masturbarme con el ruido de sus obras pensando que era su colchón y no la sierra la que vibraba.

    Recuerdo con excitación un fin de semana que pasé en un hotel con mi exnovio. Él pensaba que estábamos de competición sexual con la pareja de la habitación de al lado, cuando en realidad lo que pasaba es que yo no podía evitar chupársela y restregarme contra él cada vez que la pareja del otro lado de la pared comenzaba la fiesta. Cualquier indicio auditivo de que había algún tipo de acercamiento sexual, destapaba mi deseo como un corcho de una botella de champagne.

    El sexo es una experiencia que debería disfrutarse con los cinco sentidos, y en ocasiones sólo nos centramos en la vista y el tacto. Daos la oportunidad de hacer la experiencia mucho más completa y compleja. Dejad que vuestro cuerpo os descubra como el placer es mucho más poliédrico, un sabor, un olor y, por supuesto, un sonido, pueden elevarte a la cima del placer de una manera brutal, además de experimentar con la maravillosa sensación de sentir cosas que habíamos pasado por alto.

    Seguidme susurrando, gritando, gimiendo y estimulándome los oídos que yo seguiré afinando uno de mis órganos sexuales favoritos: las orejas.

    Azalí Macías

    Imagen: www.quo.es

  • Mi nueva amiga

    Mi nueva amiga

    Me estoy reconciliando con mi regla, así de simple y de bonito. Y es que, las mujeres, estamos expuestas desde la infancia a modelos de menstruación negativos. Todo lo que sabemos acerca de nuestra menstruación es que duele, es molesta, da asco, hay que mantenerla en secreto y todo tipo de mensajes negativos que hacen, que una compañera vital como esta se convierta en un supuesto castigo.

    Analizando esta situación, yo he tomado la difícil decisión de invertir esta relación, como ya hiciera con mi coño. A nivel social, nuestros propios chochos también son objeto de todo tipo de connotaciones negativas e impuras, y cuando descubres que son en realidad una parte esencial de tu cuerpo y aprendes a relacionarte con ella todo cambia y te proporciona una gran cantidad de momentos de bienestar y placer. Terminado este proceso, el siguiente paso lógico era invertir mis ideas también con mi menstruación, que no son si no un reflejo de lo anterior, y la mayor negación de la feminidad.

    Investigando un poco, descubrí, que existen casos documentados de niñas a las que se les ha proporcionado una educación positiva con respecto a su regla, hablándolas de ella como un signo de salud y un proceso necesario y equilibrante del cuerpo, naturalizándolo y creando ideas más sanas sobre el tema. El resultado es que ninguna de estas chicas desarrolló ningún tipo de dolor menstrual ni debilitamiento físico y mental durante sus reglas. Ante tal descubrimiento pensé que no era tarde para convertirme en una de ellas.

    A partir de entonces, he entrado en una nueva fase de relación conmigo misma. He repensado la regla como algo deseable, de hecho, he tenido épocas de no tener la regla durante 5 y 6 meses por problemas hormonales y os puedo asegurar que no es agradable. Tu cuerpo necesita renovarse y cumplir con los procesos y ciclos que nos conforman, y cuando esto no sucede es cuando realmente no te encuentras bien. Por lo que cada sangrado mensual es para mí toda una alegría.

    He aprendido a estar más conectada conmigo misma, y es durante los días menstruales cuando más lo consigo. He descubierto que esta parte del ciclo, lejos de ser un mal trago que hay que pasar, es en realidad una oportunidad enorme para disfrutar de ti misma. Cuando la sangre sale de mi coño para renovarme me siento más guapa, más equilibrada, en armonía conmigo y los demás y con ganas de comerme el mundo, porque soy una mujer sangrante y poderosa.

    Es complicado, pero si realmente te paras a pensar en tu regla y en cómo te hace sentir desprendiéndote de todo lo que la socialización te ha dicho que deberías sentir, descubres la cantidad de mentiras que nos atormentan sin motivos. Cuando he conseguido tener una relación totalmente sincera con mi yo menstruante me he olvidado de los dolores físicos (han pasado a ser una pequeña sensación de hinchazón que desaparece al segundo día) y mi estado de ánimo no es enfadada, ni triste, ni iracunda, al revés, me encuentro feliz, contenta y radiante.

    Queda mucho por autodescubrirnos, tenemos un duro trabajo de derribo tumbando todos los muros y cristales deformados que nos han puesto delante a la hora de mirarnos. Seamos más sinceros y más felices con nosotros y, por supuesto, con nuestras maravillosas reglas, que son el sumun de la feminidad y la salud, yo no pienso volver a la visión errónea nunca más.

    Azalí Macías

  • Quentin Guarrerastino

    Quentin Guarrerastino

    Amig@s guarreras hoy vengo a hablaros de una práctica que todos seguramente hayamos probado alguna vez y que de primeras puede que no os haya dejado muy buen sabor de boca, esta práctica no es otra que, grabarnos en video mientras follamos.

    Lo primero que quiero aclarar es que siempre que se grabe algo debe ser con el consentimiento de las dos personas, nada de grabar a traición, que hay mucho hij@ de puta suelt@ por ahí.

    Dicho esto, lo que os quiero decir hoy es que efectivamente, como habréis podido comprobar si os habéis grabado, las primeras sensaciones al ver dichos vídeos siempre son de «que patético todo». Vernos en pleno acto, con nuestros cuerpo vendidos al sexo, nuestros sentidos a disposición del sexo y nuestra mente ida por el sexo a veces es chocante. Pero os tengo que decir, que una vez pasada esa primera impresión en la que te dan ganas de borrarlo todo y olvidarte de ese mundo, se le empieza a coger el gusto y la fórmula a esto de grabar.

    Cierto es, que el menda que escribe estas líneas es un realizador titulado y frustrado y que evidentemente el mundo audiovisual me encanta. Pero aún así, este artículo no lo escribo desde mi postura de realizador. Sino de la de una persona que ha grabado vídeos que le han servido en el futuro y que a día de hoy todavía revisita de vez en cuando.

    Viendo tus vídeos de follador/a se aprende más de lo que parece y asumiendo lo que os he dicho antes, que todo lo que vas a ver y oír es de tu yo sexual y desinhibido, se puede sacar muchas cosas en claro de tus vídeos.

    Lo primero, puedes analizar con bastante precisión tus técnicas amorosas para así mejorarlas o cambiarlas si fuera necesario. Lo segundo, te conoces más a ti mismo, a tu yo sexual, ese que hace ruidos que ni imaginabas, el que pone los ojos en blanco o una cara de guarro que no se aguanta.

    Lo tercero, que revisitar el vídeo con el/la coprotagonista y echarse unas risas e incluso ponerse cachondos como perros en celo y acabar reproduciendo lo visto es muy divertido y gratificante.

    Y por último, además de todo lo anterior y algunas cosas más que se me escapan, es una fuente bastante potente de porno. A mi personalmente me encanta ver vídeos en los que salgo yo follando y siempre y cuando (repito, porque hay mucho flipado) la otra persona os autorice tener esos vídeos y demás, echarles un ojo para hacerse una buena paja es la ostia.

    En fin amigos, que lo que os vengo a decir es que os grabéis, os pongáis el vídeo en pareja y dejéis de lado esos diez minutos de vergüenza en los que quieres destruir el documento y no volver a hacer porno amateur jamás.

    Una vez hayáis conseguido esto os daréis cuenta de que el mundo del porno casero es infinito, morboso y sobre todo divertido. Buscad vuestros gustos, vuestros planos favoritos, vuestras posturas más vistosas en cámara y elaborar un documento que os haga sentiros orgullosos.

    Dadle caña, Quentins Guarrer@stinos.

     

    Imagen: https://www.estrelladigital.es/articulo/mundo/habitacion-gratis-dejas-grabar-practicando-sexo/20121004103654056415.html

    Juanma Vázquez

  • El reto de volver a empezar

    El reto de volver a empezar

    ¿Nunca habéis tenido un flashback sexual inesperado? A mí me pasa mucho, a veces con cosas que están en lo más profundo de mi inconsciente, y ayer me pasó con algo que me hizo reflexionar.

    Mientras paseaba de vuelta a casa, mi mente decidió noquearme con una imagen preciosa de mis primeros encuentros sexuales. De pronto, me vi a mí misma a horcajadas encima de mi primer novio, haciéndole una paja con los labios vaginales. Es decir, yo me subía encima de él y colocaba su polla justo entre mis labios, y moviéndome adelante y atrás conseguía orgasmos increíbles para ambos. Para mí porque su polla me rozaba la entrada a la vagina y su glande el clítoris, además con la intensidad y ritmo que yo quería, es una sensación deliciosa y completa. Para él, porque mis labios y mi flujo envolvían su polla y se la frotaba de arriba a abajo con tan delicada parte, además de que podía sentir mis contracciones vaginales al correrme a lo largo y ancho de su polla. No me digáis que no es maravilloso ¡nos encantaba!.

    Así, shockeada, sin ser capaz de dar el siguiente pasó pensé: ya no hago estas cosas, ya no me hacen estas cosas. Cuando empiezas a adentrarte en el mundo del sexo todo son descubrimientos, pruebas, experimentos… Aunque es cierto que unos salen mejor que otros, siempre es apasionante. Cuando todavía no estás lo suficientemente empapada de los esquemas sociales y aún no has sucumbido a rutinas y costumbres, tu mente no tiene límites.

    Al comparar esto con mis prácticas sexuales actuales (las que considero abiertas y variadas), he descubierto que he perdido mucho de aquello. Ahora, digamos que tengo una ruleta de posibilidades en la cabeza que se van intercalando y haciendo aparición dependiendo del momento y las ganas, pero han dejado de entrar ítems, se ha perdido la magia de experimentar con cuerpos y sensaciones.

    Ante tal situación, me he propuesto un reto, recuperar un poco del espíritu de aquella adolescente que no ponía diques al sexo. Quiero volver a dejarme llevar de tal manera que no sepa lo que va a pasar, ni lo siguiente que voy a hacer, da igual que salga mal, se prueba otra cosa, es lo divertido de esto. La práctica y la seguridad están genial a la hora de follar, pero si soy capaz de combinarlas con la libertad profunda de “yo sexual” creo que puede ser ÍNCREIBLE.

    Por supuesto, os mantendré informados, y estaré encantada de que os unáis a mí en esta divertida aventura de la experimentación sexual sin complejos ni corsés.

    Azalí Macías

  • Nada de nata

    Nada de nata

    Amig@s guarreras, hoy quiero dejaros una reflexión rápida y directa. La nata y el follercio no son buena combinación. Sé que muchos os llevaréis las manos a la cabeza, ya que lo habréis pasado muy bien moñeando con un botecito de nata y el cuerpo de vuestro amante. Pero siendo sinceros, es una puta guarreria y no da los resultados idílicos que se le presuponen.

    Soy al primero al que le encanta ponerse fino follando, manchándome todo lo posible con los fluidos que una buena ración de sexo me brinde, pero en el caso de la nata, me da puto asco.

    Se nos ha vendido que es super divertido, que es muy sabroso y que es muy fácil de jugar con ella.

    Lo que no se nos ha dicho es que después de comerte la nata, la zona afectada huele a rayos, que no está tan buena cuando está medio derretida en el cuerpo caliente de una persona y que es fácil jugar con ella siempre y cuando estés pendiente de torcer el bote de la manera adecuada para que eche el chorro limpio y directo y no empiece a hacer chiribitas y a salir desperdigada como un puto aspersor.

    Desde aquí quiero desmitificar esa mierda y animaros a que probéis otras cosas. Mezclar comida y sexo es divertido, pero no con la puta nata del demonio.

    Dadle una vueltecita al asunto, porque seguro que todos habéis pensado alguna vez en introducir algún alimento  en vuestras relaciones y lo primero que se os ha venido a la mente es la puta nata.  Error, error garrafal amig@s, hacedme caso, la nata para las fresas, que con los coños y pollas no va bien. Y para los cuerpitos algo de chocolate, alguna gominola o un poquito de helado (funciona mejor de lo que puede parecer a priori) y a disfrutar del menú.
    Mi compañera Aza os anima con las chuches con este pequeño texto que me adjunta al hablarle del tema: “Tengo gratos recuerdos de quedar con aquel amante tan especial e ir siempre al mismo bar a tomar algo antes de follar porque ponían un plato de gominolas con las consumiciones. Nos mirábamos golosos, y nos guardamos aquel manjar en el “chivato” del paquete de tabaco para darles un toque más picante después. Por mucho que nos empeñáramos en acariciarnos con ellas e inventar otros juegos, siempre acababan igual, metidas en mi coño. Después venían las peleas por ver quién se las comía, aunque acabábamos llegando a algún tipo de acuerdo y prometiéndonos ir a por más”.

    Bon apetit.

    Posdata: os animo de todas maneras a que si no lo habéis hecho probéis con la nata y me contéis qué tal, que lo mismo os parece una maravilla. Eso sí, si esto sucede id al puto psicólogo porque algo os pasa en la puta cabeza.

     

    Imagen: Yo, yo mismo e Irene

    Juanma Vázquez

  • Trabajo Orgásmico

    Trabajo Orgásmico

    Lo de masturbarme en el trabajo siempre ha tenido para mí un plus de morbo. Sé que a primera vista (o pensada) parece súper incómodo y en un ambiente que no invita al erotismo, pero cuando lo hago me corro en menos de 2 minutos y casi siempre con orgasmos muy explosivos y placenteros, por lo que se ha convertido en una práctica a tener muy en cuenta.

    La primera vez que lo hice no tuve ni que levantarme de mi sitio, estaba leyendo un libro muy excitante, y de manera inconsciente, apretaba mis muslos y mis músculos vaginales a un ritmo cada vez mayor y con más intensidad. Cuando quise darme cuenta, me mordía el labio y se me cerraban los ojos involuntariamente, ¡me estaba corriendo! Tan placentero fue aquel clímax, que tarde cerca de un minuto en reaccionar y mirar a mi alrededor para comprobar que nadie me miraba de forma extraña, ni si quiera estaba segura de si había gritado o gemido ¡qué descubrimiento! ¡cuán potente es el poder sexual de la mente!

    A partir de esa primera experiencia, se me han repetido las experiencias de orgasmos solitarios en mi horario laboral, nunca con nadie, y nunca más sin usar las manos, aunque me encantaría deciros lo contrario.

    A veces los recuerdos me golpean el cerebro y el coño sin demasiada lógica, y antes que seguir creando un círculo húmedo en mis pantalones tengo que ir al baño a terminar la faena y secarme un poco. Otras veces, es algo que leo o veo lo que hace que el resorte de mi silla me impulse hasta la última cabina del baño a aprovechar la hinchazón de mi clítoris. También me ocurre, que simplemente pienso que estoy haciendo algo muy poco productivo y que llevo demasiado tiempo sin acariciarme el coño como para no ir a hacerlo en ese mismo momento. Además, unido a mi placer físico está el mental al pensar que me están pagando por ello.

    Gracias a las diosas, vivimos en un mundo en el que se puede ver porno con unos cascos puestos desde el móvil, lo que muchas veces resulta fundamental para mis onanismos laborales, pero son las fantasías que me inspira lo que mejores ratos me ha dado. Es delicioso frotar tu clítoris mientras imaginas que alguna compañera abre tu puerta por el error, y, tras el asombro de verte masturbarte, se arrodilla ante ti para lamer tus dedos y tu coño a partes iguales. O pensar que el encargado de las cámaras de seguridad, es en realidad, un atractivo pícaro que ha puesto un desconocido dispositivo en ese baño, y al darse cuenta de tu solitaria práctica, viene corriendo a ayudarte con su preciosa polla. Pero, sin duda mi favorita, aunque no sé porqué ni me importa, es que la persona que hay en la cabina de al lado ha escuchado mis frotamientos, el chof chof de mi flujo y mi respiración acelerada, y ha decidido unirse a la fiesta al otro lado de la fina pared que nos separa ¡los orgasmos compartidos siempre son más bonitos!.

    Sea como fuera, e independientemente del motivo que lo cause, los dedos en el trabajo sientan mejor, dan mucho más morbo y placer, y te permiten terminar la jornada con otra energía.

    Y sí, habéis acertado, todo esto lo he escrito desde mi puesto, con mis dedos aún empapados del orgasmo que me he provocado hace 5 minutos en el baño y disfrutando de las palpitaciones de mi coño.

    Dhayiba

    Imagen: Emprendedorestv.pe

  • Somos unos flipados

    Somos unos flipados

    Amig@s guarreras, hoy os vengo a contar una anécdota un tanto asquerosa, que espero que os enseñe una valiosa lección: fliparse nunca es bueno.

    Os pongo en antecedentes. A mi, de por sí, me gusta llevar las riendas en el sexo y si se tercia y la otra persona está agusto y le pone el tema, dominar. Hasta ahí todo bien, todo correcto, el problema viene cuando te flipas. A mi, como a muchos otros, me gusta tomar la iniciativa en las mamadas y marcar yo el ritmo manejando en cierta forma a la feladora. Todo esto si a la otra persona le mola suele ser una gozada y tener un morbo especial pero si te pasas de listo y te flipas, se puede ir al garete de una forma bastante dramática y asquerosa.

    Pues bien, esta anécdota que os traigo es una prueba definitiva sobre el cuidado que hay que tener en esto y lo importante que es saber dónde está el límite de las capacidades de cada uno.

    Cómo muchas otras veces fui con la chavala en cuestión a comer antes de tener una ración de sexo de las que nos gustan.

    El sitio elegido fue el Burguer King, por ser algo rápido y sabroso. Fuimos para allá, nos comimos un whopper y nos recogimos con ganas de empezar la juerga cuanto antes.

    En menos que canta un gallo estábamos los dos en pelotas y guarreando todo locos. Todo iba como la seda y ella, decidió dirigirse a mi polla para premiarme con una maravillosa mamada de las suyas. Yo estaba feliz, super cachondo, deseando poder follarme esa boca y a ello que fui.

    Ella recibió gustosa mis embestidas y comencé a bombear en su boca disfrutando como un gorrino pero, como os he dicho, fliparse nunca es bueno y sin darme ni cuenta me pasé de listo y profundicé demasiado sin ningún cuidado. Ella intentó zafarse lo más rápido posible y dirigirse al baño, pero la arcada fue ipsofacta y la pota inminente. 5 segundos después de aquella metida a traición me vi con la polla llena de pota, pota de whopper, una de las peores que he olido en mi vida y con unas arcadas que pude controlar de milagro.

    El polvo se fue al garete y ese olor se me clavó en el cerebro para siempre al igual que se me grabó a fuego el lema con el que empezado el post, fliparse nunca es bueno amig@s, asique volveros loquitos y poneros finos a follar, pero nos os flipéis, porque las potas están al acecho y cortan el royo para todo el día.

    ¿Os habíais creído que era un punto y aparte? Yo también. Pero no amig@s, al terminar este artículo y pasárselo a mi amiga y compañera de blog, me mandó este trozo escrito por ella para darle un girito más al asunto. ¿Mola fliparse de vez en cuando? Pues como todo, de vez en cuando, en su justa medida y con consentimiento…. Mola y mucho.

    Juzguen ustedes mismos.

    “Aunque es cierto que hasta en este tipo de situaciones, a veces, las ganas pueden más. Siempre recuerdo aquella vez en la que la que me flipé fui yo; estaba deleitando a mi compañero de habitación de hotel con una garganta profunda sin descanso, casi sin respirar y con el estómago lleno de la cena previa. Tan metida estaba en comerle la polla con la intensidad que se merecía, que no me había dado cuenta de las arcadas que yo misma me estaba provocando con su miembro, por si fuera poco, a cada sonido gutural su polla crecía y se endurecía un poco más, lo que anuló por completo mis sentidos y mi lógica.

    Al final pasó lo que tenía que pasar, la polla que llenaba mi boca tuvo que competir con una bocanada de vómito que surgió de repente. Quizá fuera la emoción del momento, que mi sangre estaba llenando mi coño o la vergüenza que me suponía la situación, pero mi decisión fue tragarme aquella sorpresa para no tener que lidiar con ella fuera de mi cuerpo.

    Sorprendentemente, mi amante, reaccionó a aquel desastre con un erección mucho más potente, quizá la más dura que le he notado. A pesar de ser una defensora radical de la comunicación, nunca me atreví a comentar el «momento» pero el polvo terminó siendo una puta pasada de guarrería y desenfreno.

    En mi cabeza hay tres teorías:

    1- El receptor de la mamada no fué consciente de lo que había pasado y perdido en el placer sólo notó una gran mamada extrema, y por ello, el encuentro fue tan genial

    2- El receptor de la mamada se percató de lo que había pasado, pero pensó: mira si es guarra que se ha tragado su vómito para seguir chupándomela, lo que supuso un extra de perversión y aumentó su excitación

    3- El receptor de la mamada tiene en realidad atracción por este tipo de situaciones anormales y «desagradables» y aunque jamás me lo ha confesado (cosa que me extraña por el tiempo que llevamos acostándonos y la confianza que hemos desarrollado) estaba cumpliendo una fantasía

    Se admiten apuestas”.

    Juanma Vázquez

    Azalí Macías

    Imagen: Mulán

  • Juguetes y machitos

    Juguetes y machitos

    Hoy os traigo un tema que me apetece mucho tocar y que creo que es un poco tabú para algunas personas: los juguetes sexuales.

    Si amigos, es un poco osado lo que digo y muchos pensaréis que estoy loco, pero los juguetes sexuales, en cierta parte de la sociedad es un tema totalmente tabú. Para otros ya sé de sobra que será el día a día y que los disfrutáis y compartís con todo el que podéis, pero siento deciros que este artículo no es para vosotros.

    Este artículo es para esa gente que ve tan lejos un dildo como la independencia de Cataluña. Esa gente, que, en mi más humilde opinión, se está perdiendo un mundo maravilloso.

    Muchos pensarán que el mundo de los «juguetes» sexuales empieza en el lubricante y acaba en el dildo, pero no amigos, juguetes sexuales hay para dar y tomar, de todos los colores, olores y sabores y por supuesto, para todos los gustos, y desde aquí, con todo mi cariño y mi altruismo, porque os quiero abrir vías de placer sin ganar nada a cambio, os animo a que busquéis el vuestro.

    Hace un tiempo creía que el mayor tabú ante los juguetes sexuales venía por parte de los hombres, que ante la mayoritaria creencia de que el dildo es casi la única opción, se sentían cuestionados o comparados y tenían cierto miedo a «perder» esa batalla. Esto, aunque me gustaría no tener ni que aclararlo, evidentemente es una tontería. Hay muchísimos más juguetes súper placenteros e interesantes y aunque no los hubiera, el dildo jamás es un sustituto (excluyendo el onanismo, lógicamente) sino un complemento. Puede que, de primeras, a los hombres más cerrados les cause cierto rechazo tener entre sus manos un trozo de látex (los hay de materiales maravillosos, pero ejemplifico con el más básico) con forma de polla, una vez le pierdes el miedo y lo tomas como un aliado y no como un enemigo…la cosa cambia.

    Incluso los juguetes que se venden como femeninos tienen una gran variedad de aplicaciones en la anatomía masculina. Cualquier cosa que vibre es hiper placentera en los testículos o en el perineo. Para los que disfrutan de su analidad (hetero u homosexual), la estimulación de la puerta trasera multiplica las sensaciones orgásmicas (científicamente demostrado) y los suaves acabados de estos juguetes son ideales para masajear el pene arriba y abajo. Además, la industria de los juguetes se está diversificando y abriendo nuevas fronteras y la sección de productos pensados para las personas con pene cuenta ya con una variedad altamente atractiva.

    Pero con el tiempo y hablando del tema con gente de ambos sexos, me di cuenta de que los hombres no son los únicos con trabas y tabúes ante este mundillo. Las mujeres, por increíble que al menos a mí me parezca, seguramente influenciadas por esta sociedad tan machista y tan cerrada, también tienen un montón de problemas respecto a este tema y es que, según en que círculo de gente te muevas, es complicado mostrar abiertamente tu interés por ciertos artículos. Juntando estos prejuicios (y muchos más) que creo que tienen muchos hombres y mujeres, el resultado no puede dar otra cosa que un rechazo al mundo de los juguetes y un más limitado desempeño sexual.

    Parece mentira que algo que sólo viene a ofrecerte placer sin contraindicaciones esté tan sumamente castigado socialmente; ¿estamos acaso aún centrados en el sexo reproductivo que deja de lado la importancia de su parte comunicativa y placentera? Las mujeres siguen sin entender que su disfrute no es algo secundario y los hombres que el sexo no es una competición en la que tengan que demostrar nada por ellos mismos.

    Evidentemente no vengo a decir que los juguetes sean necesarios, ni mucho menos, pero sí que dan en ciertos momentos un plus a cualquier relación sexual. Sobre todo, cuando se empieza a volver monótona.

    Vuelvo a retomar en este punto el tema de la variedad, en la cual siempre está el gusto, ya que como os he dicho, el catálogo de juguetes sexuales es prácticamente infinito y de hecho, una actividad divertidísima y muy sana, es entrar en un sex shop físico o en una web y echar un ojo a todo lo que se ofrece allí y si lo haces en compañía de la persona con la que lo vas a utilizar…la cosa se multiplica por dos.

    En fin, amigos, que lo que os vengo a decir es que hay que dejar atrás los tabúes, el que dirán y las tonterías que la sociedad nos mete en la cabeza. El sexo está para disfrutarlo al máximo y si cualquier tipo de pequeño artilugio o aparato nos sirve para maximizarlo…ya estamos tardando en dar el paso e introducirlo en nuestras relaciones.

    Buscad el juguete que os guste y os apetezca probar y a disfrutar como cabrones y si podéis, dejad atrás los prejuicios y recomendadle abiertamente a vuestros amigos y conocidos el uso y disfrute de estos.

    A follar se ha dicho.

                    Juanma Vázquez