Etiqueta: dominatrix

  • Programa 5 Entrevista a Mistress Furia Fuego

    Programa 5 Entrevista a Mistress Furia Fuego

    Entrevista a Mistress Furia Fuego en la que hemos aprendido mucho sobre BDSM, hemos desmitificado y roto estereotipos y fantaseado con mil cosas.

    Además nuestro cajón se abre para hablar del Sexy Vibe! de Orgie y nos surge nuestra primera foto polla. Un programa hasta arriba de sexo, placer y risas.

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  • LOVA VI

    LOVA VI

    “Tener una amiga dueña de un sex shop le había facilitado muchas de sus decisiones, aunque fue todo un calvario contarle la historia y responder a todas las preguntas de Giorgia, había conseguido un outfit bastante coherente y cómodo a la vez, y toda una serie de complementos y juguetes que no tenía ni idea de cómo ni cuándo utilizar, pero que le hacían sentirse poderosa y guapa.

    Y allí estaba ella, con todo preparado 15 minutos antes de la hora de la cita mirándose en el espejo y planteándose de nuevo si aquello era una buena idea; menos mal que la impaciencia de Matías rompió sus pensamientos y dudas adelantándose a la hora acordada.

    Desde el principio notó que no la miraba como un verdadero sumiso, había algo de reto en sus ojos por eso antes de dejarle pasar le obligó a arrodillarse y le puso una de esas cadenas que no sabía para lo que servían al cuello: no puedes desobedecer mis órdenes llegando a la hora que quieras, le dijo y pensó en darle una bofetada, pero no se atrevió, aquella cadena le pareció suficiente como para doblegarle.

    Sentía que estaba controlando la situación, que, pese a su inexperiencia, su disfraz cubría su cara y sus miedos y que al final, aquello hasta podría ser más sincero de lo que pensaba, después de tanto tiempo fantaseando delante de un papel algo parpadeaba en su interior. Justo en ese momento, Matías se levantó y con un rápido movimiento logró inmovilizarla los dos brazos en la espalda. ¿Qué era aquello? ¿no se supone que si un sumisa paga por una dominatriz es para que le someta? ¿sería quizá un reto para ver si era capaz de dominarle de verdad? Pero ninguna de las estrategias sirvió para liberarse de él, ni los gritos, ni las órdenes, ni si quiera las súplicas. Al final comprendió que Matías solo quería una mujer fuerte a la que doblegar porque era mucho más excitante que hacerlo con las débiles, o eso fue lo que lo que dijo con la rodilla en su nuca, prefería creerle que pensar en algún tipo de venganza personal”

    ¡Vaya! Aquello era mucho más apasionante leído desde fuera, si no me hubiera pasado a mi estaría compadeciéndome de esa pobre chica ridículamente llena de cuero y cadenas inmovilizada contra el suelo en su primer intento de ser alguien; pero sé que aquello no fue una humillación por mucho que lo pareciera, sino un auténtico revulsivo para que me dejara de tonterías y tuviera más ganas de dominar que nunca.

    Cierto es que Matías consiguió salirse con la suya: penetrarme tal y como deseaba hacerlo, pero sólo porque mi estrategia mudó a la indiferencia y le dejé hacer para terminar lo antes posible aquel primer encuentro tan sorprendente y edificante. Quizá él había ganado la batalla de mi coño, pero había perdido la de mi orgullo y eso era mucho más peligroso.

    A modo de venganza rebelé su identidad y sus prácticas en mi blog a la mañana siguiente, asegurándome de que nadie más volvería a hacerse una idea equivocada sobre él y enviando por casualidad un link en el que se podían ver primeros planos de su pequeña y ridícula polla llena de pelo (cortesía de mi móvil en constante grabación gracias a los sabios consejos de Giroga). Quizá fuera solo una chiquillada que no vengaba la humillación y la violación de la noche anterior, pero me dejaba la sensación de haber hecho algo al respecto y me ayudaba a seguir adelante, puede que sin estos pequeños actos de rebeldía jamás hubiera conocido a César.

    Azalí Macías

  • Lova III

    Lova III

    Siguiendo con mi coherencia narrativa que me obligaba a seguir en un intento vano de que se contagiara a mi interior, el paso lógico era contar cómo había aparecido LOVA en mi vida, aquello me ponía nostálgica y lo odiaba, pero era necesario.

    “Después de que otros personajes la precedieran, LOVA apareció como la síntesis de todos ellos. Mariángeles escribía desde que tenía uso de razón, era su manera de estar en el mundo y de comprenderlo, pero jamás lo hacía en primera persona (para muestra esta novela), siempre inventaba otros nombres, otras vidas y lógicas que le ayudaran a liberarse sin exponerse (la vieja trampa del escritor). Así, que LOVA saliera de sus dedos, no era más que algo que llevaba sabiendo y postergando desde hacía meses, desde que su ruptura amorosa pusiera su mundo patas arriba.”

    ¿De verdad aquello era así o más bien sus personajes habían provocado aquella ruptura? Aun notaba ese pellizco en el estómago cuando recordaba los gritos de Ramiro al descubrir por casualidad mis microrrelatos, ¡y eso que aún no había escrito los más potentes! Mi entonces novio, no podía creer que fuera capaz de escribir todo aquello sin haberlo probado antes, y no entendía que, en realidad, era el reflejo de todos mis anhelos de escapar del misionero soso de los sábados. Hasta el momento, jamás habría pensado que yo fuera capaz de vivir sin la seguridad de su aburrida compañía, pero ese día me hizo elegir entre mis personajes y él, con la falsa certeza de que me agarraría a su polla como lo había hecho hasta el momento, y mi LOVA interior tomó las riendas; tragué saliva, me sequé las lágrimas y dije: vete de mi casa y de mi vida.

    Aquello resultó mucho más fácil que todas las veces que se me había pasado por la cabeza, y muchísimo más liberador. Embaucada todavía por la LOVA que llevaba dentro, tomé una decisión: dejar que esa mujer salvaje volara libre, y no volver a ser un impedimento para ella. Tuve que escribirlo en un papel y firmarlo cual contrato individual conmigo misma, ya que sabía que cuando se hubiera pasado la emoción del momento buscaría mil y una excusas para deshacer el pacto.

    Para reafirmar aún más esta decisión, busqué un nombre para ella y escribí el primer microrrelato que protagonizó:

    “LOVA sabía que ejercer de dominatriz con aquel cliente le iba a costar más de una situación incómoda, sabía que podría costarle el trabajo y la casa, pero también sabía que no podía resistirse a azotarle con ganas después de que su suegro, jefe y casero se lo hubiera suplicado de rodillas

     

    Azalí Macías

  • LOVA II

    LOVA II

    “LOVA era alegre, pero también terriblemente taciturna; reflexiva, pero con grandes momentos de arrojo y locura; era tierna, pero podía partirte la cara si la situación lo merecía; pero sobre todo LOVA era una dominatriz de renombre que, sin embargo, era el alter ego de María de los Ángeles Gutiérrez, una chica virginal que ejercía de secretaria en una empresa de tratamiento de residuos (también cuando empezó su aventura de dominatriz pensó que trataría con residuos, aunque se equivocó).”

    Leyendo aquel párrafo desde la lejanía que me daba la tercera persona decidí que la única palabra que podría utilizar para continuar mi novela era: contradictoria. Desde que LOVA apareció en mi vida todo se puso tremendamente interesante y divertido, de esa forma que sólo las contradicciones consiguen complicarte la vida.

    Las paradojas e ironías formaban parte de lo que era, ya no sólo como LOVA, también con Mariángeles, y sobre todo, en la conjunción de ambas en un mismo cuerpo que sufría las consecuencias de este desdoblamiento. Que corría de aquí para allá tratando de cumplir con las obligaciones de ambas facetas, perdiendo horas de sueño, pero ganando en momentos de clímax.

    Estaba desesperada repasando aquel maravilloso enredo que quería desenmarañar para poder contarlo de una forma inteligible cuando pensé ¡mierda Mariángeles (mi yo profundo conservaba el nombre que me dio mi madre)! Empieza por lo sencillo, explica el porqué del nombre, y luego ya las historias vendrán solas. Parecía un afrenta fácil, pero acabó por ser todo un autoanálisis freudiano de porqué había elegido aquel nombre que se había convertido, además, en el único tatuaje que marcó mi piel. Hasta entonces no me había parado a pensar en la cantidad de cosas que aquella palabra representaba de manera inconsciente para mí, o quizá, me estaba poniendo neurótica otra vez, pero mi novela no podía continuar sin incluir toda esta reflexión:

    “No era casualidad que LOVA fuera una especie de error ortográfico, dentro de ella, aullaba esa loba que toda mujer deja ver más o menos dependiendo de la fuerza y las necesidades de las circunstancias, y en su caso, llevaba tanto tiempo con el bozal puesto que cuando se liberó lo hizo así con mayúsculas, desatando toda la energía que ella misma había tratado de silenciar durante años. Pero también su nombre entrañaba una contradicción, como toda ella, LOVA era una aproximación fonética (algo cutre y negrata) a lover en inglés; y es que, al fin y al cabo, dentro de todo este desparpajo y ostentación de seguridad quedaban resquicios de la “ternura” de Mariángeles que ponía toques de “amor” en todo lo que hacía. Las contradicciones podían leerse incluso en una simple palabra de cuatro letras.”

    Azalí Macías