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  • ¿El tamaño del pene importa?

    ¿El tamaño del pene importa?

    Cuando una reflexiona acerca del sexo y las percepciones que se tienen sobre él, una de las preguntas básicas y manidas a las que tiene que enfrentarse es ¿el tamaño del pene importa? Si la pregunta tuviera una respuesta sencilla, no seguiría coleteando en millones de conversaciones y artículos, esgrimiendo argumentos y estudios para posicionarse en afirmar o rechazar la premisa.

    Desde un punto de vista personal, el fallo está en tener que dar una respuesta definitiva a la pregunta, como todo lo relacionado con la sexualidad existen preferencias, momentos, condicionantes, grados… y no hay nada estándar ni definitivo, lo verdaderamente maravilloso de nuestra sexualidad es que es moldeable y se ajusta a las circunstancias tanto como seamos capaces de abrir nuestra mente.

    Ante semejante panorama, lo único que se me ocurre para ser lo más justa posible es hacer una pequeña recopilación de las razones, que, en mi opinión, hacen que el tamaño del pene sea determinante o no:

    CUANDO SÍ IMPORTA

    • En las penetraciones anales, en este caso el tamaño importa si supera las dimensiones que nuestro culo puede soportar en cada momento.
    • Cuando existen problemas de vaginismo y otros relacionados con la penetración, en estos casos, visualizar un pene grande acarrea bloqueos psicológicos y psicosomáticos.
    • En tamaños extremos, ya sea por muy grande o por muy pequeño, algunos asustan y otros decepcionan, pero se trata de casos muy puntuales y alejados de la media.
    • Por el morbo visual, recordemos que la vagina es un órgano adaptable, que de no contener nada, se encuentra plegado sobre sí mismo y va cambiado de forma para alojar aquello que se le introduzca, por lo tanto, la vagina siempre tendrá el tamaño del pene que se introduzca, sea este grande o pequeño, pero hay quien consigue una mayor excitación cuando ve y toca algo grande.
    • Chicas a las que les produce un placer especial que se le estimule la entrada del útero, no somos todas ni es una meta demasiado lejana, pero en algunas mujeres sienten una preferencia por la estimulación de esta zona, por lo que, en la penetración, prefieren pollas que lleguen hasta ese punto.

    CUANDO NO IMPORTA

    • En general en el resto de los casos, cuando ninguna de las razones anteriores está presente o son tan importantes como otras.
    • Cuando el dueño tiene destreza para utilizar su pene, independientemente del tamaño, o cuando quien la va a recibir sabe controlar la situación.
    • Cuando el tamaño está dentro de una escala amplia de tamaño sin llegar a los extremos (en mi caso podría ser de 8 a 25cm).
    • En prácticas no penetrantes, el sexo está lleno de juegos, prácticas, posturas, momentos… en los que la penetración no es la protagonista y por lo tanto el tamaño del pene es totalmente soslayable.
    • Cuando lo importante y excitante son otras cosas más allá de lo físico, como los sentimientos, el feeling, el morbo o la sapiosexualidadada uno/a puede ir añadiendo o sacando ítems de cada una de las listas, incluso intercambiándolos, ya que la idiosincrasia de preferencias y condiciones de tamaños es tan larga como la de personas atraídas por los penes. Lo que debemos recordar es que no es una preferencia aislada, sino que se está condicionada por otros muchos factores que normalmente tienen más peso que un par de centímetros arriba o abajo.

    Y vosotros, ¿qué me decís? ¿tenéis vuestros propios argumentos para terminar con esta discusión tan absurda?

    Azalí Macías

  • Los absurdos castigos sexuales

    Los absurdos castigos sexuales

    “El otro día mi novio me enfadó mogollón con este tema, así que le tengo castigado una semana sin sexo”, ¿quién no ha escuchado una frase parecida a esta alguna vez? Yo desde luego la he escuchado más veces de la que me gustaría, y me ha hecho reflexionar.

    ¿Por qué castigamos las mujeres a los hombres sin mantener relaciones cuando nos enfadamos? Entiendo que si hay un problema en la pareja, o la otra persona te ha hecho tener algún sentimiento negativo no te apetezca mantener ese tipo de relación íntima con él; aunque aún en este caso yo soy de las que prefiere follar con desprecio, pero este no es el tema.

    ¿De verdad renunciar al sexo supone un castigo para él? ¿quedarte tú también con las ganas es una buena estrategia? Y ¿acaso soluciona algo no mantener relaciones? Para mi este tipo de prácticas son un sin sentido que no lleva a ningún lado. Para empezar es un comportamiento profundamente machista, ya que nace de la idea aprendida de que son ellos los que siempre tienen ganas, y nosotras, en nuestra sumisión, cedemos a sus deseos haciéndoles tan bonito favor, aunque nos resulte casi desagradable. Lo siento chicas pero no cuela, las mujeres tenemos los mismos niveles de deseo y necesidad que los hombres, sin matices, por mucho que esté penado socialmente admitirlo, nosotras también somos unas “salidas” y es maravilloso.

    Para seguir, si tienes algún problema con tu pareja, dejar de acostaros no va a hacer que se solucione, por el contrario, la relación seguramente se vuelva más tensa y las decisiones que toméis estarán condicionadas por la frustración sexual que los dos estáis acumulando. Es bien sabido por todos que después de un buen polvo las cosas se ven y se hablan de otra manera. Tras un acercamiento físico es más fácil que haya otro mental. Con esto no quiero decir que solucionéis todos los problemas en la cama sin más, pero al menos no penséis en el extremo contrario. Como en casi todo, la comunicación es lo verdaderamente determinante, por eso no hay que ponerle obstáculos, además, el sexo es una manera preciosa de comunicación.

    Sigo sin entender por qué elegir una práctica que te perjudica a ti misma. Dejando a un lado su efectividad, no veo el hilo lógico de un castigo que te perjudica a ti de la misma forma que lo hace al supuesto individuo que se “lo merece”. Lo más probable es que esta decisión desencadena en ti toda una corriente contradictoria en la que te mueres de ganas por tener encuentros sexuales pero que no puedes cumplir porque tú misma has renunciado a ellos, ¿soy la única que cree que esto no nos lleva a ninguna parte?

    Para terminar, ¿acaso las mujeres somos las madres y responsables de la educación de nuestras parejas masculinas? ¿quién eres tú para establecer un castigo? Estas prácticas son consecuencia evidente de la ética del cuidado en la que se nos socializa a las mujeres. Nos pensamos unas segundas progenitoras de nuestras parejas y por lo tanto desarrollamos comportamientos de educación, cuidado y castigo, lo que es muy peligroso. Nuestra pareja debe ser nuestro igual y nuestro compañero sin más, y no debemos pensar que tenemos la autoridad moral para modificar su conducta a través del palo y la zanahoria.

    Después de todo lo dicho, sólo me acabe afirmar que la abstinencia sexual como castigo que siguen ejerciendo muchas mujeres no hace más que reafirmar el machismo, alejarnos de una sexualidad sana y natural que nos ayude a acercarnos y que debería ser sustituidas, desde mi punto de vista, por procesos de comunicación sincera y respetuosa.

    Azalí Macías

    Imagen: http://conceptodefinicion.de/